MEDIO AMBIENTE

LA DEHESA: MODELO DE ECOSISTEMA

Campocerrado es una dehesa situada en la provincia de Salamanca. La dehesa es un ecosistema propio de la Península Ibérica que surge por efecto de la acción antrópica en el medio natural. Las actividades agrícolas, silvícolas y ganaderas realizadas por el hombre han transformado lentamente el bosque mediterráneo a lo largo de los siglos. La modificación sucede de manera paulatina, permitiendo la adaptación conjunta de flora y fauna. Por lo cual, el ecosistema de la dehesa posee una gran biodiversidad y es el hábitat de numerosas y diversas especies.

La dehesa se considera un sumidero de carbono porque su masa forestal absorbe el dióxido de carbono presente en la atmósfera y lo almacena en forma de materia vegetal. Esta captura de carbono atmosférico contribuye a reducir su concentración en la atmósfera y, por lo tanto, mitigar el efecto invernadero y luchar contra el cambio climático.

Desde el punto de vista agropecuario, la dehesa es un espacio excepcional para la crianza de ganado en extensivo. Los animales se aprovechan de los recursos que ofrece el medio natural, tanto del alimento en forma de pasto y bellota como del cobijo que ofrece su arbolado. La dehesa también se beneficia de la presencia del ganado porque el pastoreo ayuda a que se produzca una fertilización natural de los suelos.

Las actividades humanas como la ganadería y la silvicultura se consideran herramientas adicionales para la prevención y el control de los incendios que se puedan producir en la dehesa. La alternancia entre pastizal y arbolado de este ecosistema se considera como un cortafuego natural porque actuaría de esta manera en caso de incendio.

Los incendios forestales suponen la pérdida del carbono fijado en la biomasa porque liberan dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. También provocan la pérdida de carbono orgánico del suelo propiciando su erosión.

El arbolado de la dehesa, junto con la cubierta vegetal que tapiza sus suelos, mitigan los efectos de la erosión actuando como una defensa contra la desertificación. La vegetación ralentiza la velocidad de circulación de agua de escorrentía por la superficie, colaborando a la mejora del régimen hídrico y de la regulación de caudales.

LA DEHESA: ECOSISTEMA EN CRISIS

En la segunda mitad del siglo XX se perdió en España más de un 40% de la superficie ocupada por dehesas, fundamentalmente a causa de la intensificación de la producción agrícola y ganadera. Además, los terrenos que se han mantenido adehesados han perdido frondosidad debido a la escasa regeneración del arbolado. La roturación inadecuada de las tierras y la excesiva carga ganadera resultan un impedimento para el crecimiento de nuevos árboles.

Además la incidencia de plagas y enfermedades contribuyen a que se pierda frondosidad en la dehesa. Dentro de las plagas más devastadoras destacaríamos el coleóptero Cerambyx y dentro de las enfermedades la pudrición radicular por el hongo Phytophtora.

Si estos árboles afectados por plagas y enfermedades no son sustituidos por otros nuevos, se produce irremediablemente el paulatino aclareo de la dehesa. Las especies arbóreas de la dehesa de edad más avanzada resultan más vulnerables a plagas y enfermedades.

La migración de población desde el ámbito rural al urbano también tiene su influencia en este ecosistema. El impacto ambiental del abandono de la actividad agraria y ganadera en la dehesa sería tan poco deseable como el que se derivaría de una sobreexplotación de la misma. Al tratarse de un ecosistema resultante de la acción del hombre, la preservación de la dehesa implica la continuidad de su actividad tradicional.

 

PRESERVACIÓN DE LA DEHESA

La mayoría de las dehesas españolas se encuentran en un estado de conservación desfavorable, con densidades de arbolado inadecuadas. Con el fin de revertir la degradación de este ecosistema, la Fundación Campocerrado impulsa el desarrollo de un plan orientado a su regeneración. La dehesa es un ecosistema modélico que es preciso preservar.

La regeneración de la dehesa comienza con su repoblación forestal. La reforestación se realiza de dos maneras. Por un lado, se reforesta protegiendo los nuevos árboles que brotan de manera natural en el terreno. La protección se lleva a cabo mediante la instalación de unas estructuras metálicas que rodean el árbol joven hasta que alcance un determinado porte. Por otro lado, se reforesta recurriendo a plantones de encinas (y otras especies autóctonas de la dehesa) que se trasplantan en el terreno. También se instalan estructuras protectoras rodeando los nuevos árboles trasplantados.

La dehesa no solo es un activo natural desde el punto de vista medioambiental, también es importante destacar su importancia desde el punto de vista socioeconómico puesto que permite fortalecer tanto el tejido social como la actividad económica en zonas rurales. Por lo que resulta imprescindible la participación de la población local en la conservación de este ecosistema.

La preservación de la dehesa implica que las actividades agrícolas, ganaderas y silvícolas sigan una guía de buenas prácticas con recomendaciones en aspectos tales como la conservación del suelo, la optimización de los recursos y la gestión de los residuos. Todas estas actividades desarrolladas por el hombre deben ser sostenibles y respetuosas con el medio ambiente y la naturaleza. Y, por supuesto, también tienen que considerar la protección y el bienestar de los animales.